Aprende sobre el poco conocido pero fascinante mundo de los espíritus con Allan Kardec.
Conociendo a Allan Kardec
Su verdadero nombre es Hippolyte Léon Denizard Rivail.
Nació en Lyon, Francia, el 3 de Octubre de 1804. Cursó sus primeros estudios en su ciudad natal, para después desplazarse a Yverdum, en Suiza, donde estudió en la prestigiosa escuela del profesor Pestalozzi, famosa en toda Europa y donde fueron alumnos gran parte de los intelectuales de la época.
Al terminar sus estudios regresó a Francia, se instaló en la capital, París, y fundó su propia escuela.
Hippolyte Léon, versado en lingüistica, se dedicó entonces a la pedagogía y publicó varias obras sobre Gramática y Aritmética.
Comienza la curiosidad de Allan Kardec por el mundo de los espíritus
En 1854, escuchó hablar por primera vez acerca del fenómeno de las "mesas giratorias", al que no dio crédito hasta verlo con sus propios ojos.
Comenzó a investigar sobre el tema, adentrándose en el ámbito de los médiums y las apariciones.
Se convenció de que los espíritus querían entablar comunicación con los seres humanos para darles un mensaje, así que comenzó a recopilar manuscritos con narraciones de distintos médiums que vivían en diversas partes del mundo, sobre las almas que se decían personas muertas.
Debido a sus investigaciones decidió cambiar su nombre por el de Allan Kardec, pues los espíritus le contaron que en otra vida se había llamado de esa forma.
La obra de Allan Kardec
Kardec, con la sistematización que le era característica, se dedicó a analizar, organizar y completar información de manuscritos, obteniendo como resultado: El libro de los espíritus (1857).
Otras de sus obras destacadas fueron: El Libro de los Médiums (1860), Qué es el Espiritismo (1862), El Evangelio según el Espiritismo (1864), El Cielo y el Infierno o la Justicia divina según el Espiritismo (1865), La génesis, los milagros y las profecías según el Espiritismo (1867).
En estos libros, que son considerados básicos dentro de la filosofía espiritista, existe una clara oposición al materialismo y se ve con preocupación su crecimiento. En sus páginas se advierte un rechazo a lo material y un retorno a lo espiritual, se afirma que el alma es inmortal y Dios la envía a la Tierra para cumplir determinadas misiones, que cuando la vida terrestre termina ella no muere, sólo regresa al plano espiritual, donde espera su siguiente reencarnación hasta que logra purificarse por completo.
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