¿Qué es la sincronicidad?
"Sincronicidad" es un término acuñado por el famoso psicólogo Carl Jung a fin de describir las coincidencias significativas para las que no existen causas conocidas y que sin embargo él consideraba algo más que pura casualidad.
La sincronicidad hace referencia a una serie de coincidencias que parecen tener algún tipo de significado. Tienen lugar cuando un acontecimiento psíquico parece corresponderse con uno físico de forma mágica.
Un ejemplo de esto sería cuando piensas en alguien que no has visto desde hace años y poco después de tener el pensamiento esa persona te llama, o te cruzas con ella por la calle.
También se puede producir por medio de visiones o sueños donde uno percibe algo que sucede más tarde o en otro lugar.
Carl Jung relató una sincronicidad que le impulsó a investigar más este tipo de eventos:
"Una mujer que yo estaba tratando tuvo, en un momento crítico, un sueño en el cual alguien le dio un escarabajo dorado. En el momento en el que ella me relataba esto, yo me encontraba sentado de espaldas a la ventana cerrada. Súbitamente oí un ruido detrás de mi, como un suave golpeteo. Me volteé y vi un insecto volador golpeando contra el vidrio de la ventana. Abrí la ventana y atrapé el insecto cuando entró volando, el insecto resultó ser la analogía más cercana a un escarabajo dorado que puede hallarse en nuestras latitudes, un ejemplar de la especie Cetonia Aurata que, contrario a sus costumbres, había sentido la urgente necesidad de entrar en un recinto oscuro en ese momento. Debo admitir que nada similar me ha ocurrido antes o después, y que el sueño de esa paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia."
La primera vez que Jung utilizó públicamente la palabra "sincronicidad" fue en un discurso de homenaje a Richard Wilhelm en 1930. Wilhelm fue quien tradujo al alemán el I-Ching. Jung utilizó, en este contexto, la palabra sincronicidad, como una explicación de cómo el I-Ching logra su magia.
Más tarde Jung trabajó con el físico cuántico austríaco y premio Nobel de Física Wolfgang Pauli. Realizaron un estudio conjunto que, por primera vez en la historia, abrió las puertas a la posibilidad de que el fenómeno de la sincronicidad pudiera ser estudiado en un marco científico, en el que la realidad de la materia y de la psique se combinara en una única “realidad psicofísica”.
Al resumir sus pensamientos en su libro sobre la sincronicidad, Jung llega a la conclusión de que:
"Es muy posible que el significado original de la palabra mágica "deseo” exprese no sólo desear en el sentido de anhelar, sino una acción mágica, y que la creencia tradicional en la eficacia de la oración esté basada en la experiencia de los fenómenos sincrónicos relacionados".
Muchas veces se ha relacionado la sincronicidad con la famosa “Ley de la Atracción”.
Los grandes filósofos avalan la idea de la sincronicidad
La civilización griega, con filósofos como Platón (427-347 a.C.) y su “mundo trascendente de las ideas”; Pitágoras (580-495 a.C.) y su “afinidad de todas las cosas” o Heráclito (535-484 a.C) con su “visión unitaria” concebía una unión directa del hombre no solo con el universo de la materia, sino también con el de la conciencia.
Los antiguos cosmólogos creían que el mundo se mantenía unido por un principio de totalidad. Hipócrates (460-365 a.C.) creía que el universo se mantenía unido a través de lo que él llamaba “afinidades ocultas” y afirmaba:
“Hay un movimiento común, una respiración común, todas las cosas se hallan en resonancia unas con otras”.
El concepto más general de “interconexión” fue rescatado por grandes filósofos como Leibniz (1646-1716), con su teoría de las mónadas, o Shopenhauer (1788-1860), con su convicción de que el secreto del mundo y de la vida misma residía en la unidad de todas las cosas en un marco sincrónico que aunaba los objetos entre sí, del mismo modo, a la psique con la materia.
La sincronicidad, ampliamente aceptada en oriente
Mientras la revolución científica desencadenada en el mundo occidental en un principio dejó a un lado todo lo irracional, en la sociedad oriental, principalmente en China, se siguió un desarrollo diferente que, en parte, aún continúa.
La misma filosofía taoísta concibe la sincronicidad como una de sus bases fundamentales, y tiene su raíz en un concepto de “interconexión” que impregnaría todo el universo.
El budismo y el hinduismo también comparten ideas similares en este aspecto.
La sincronicidad en el I Ching
Pero donde el concepto mismo de sincronicidad resulta evidente y verificable empíricamente es en el procedimiento de adivinación que recibe el nombre de I Ching, donde el lanzamiento de las monedas y la respuesta que se puede extraer de la combinación resultante es, según la cultura oriental, una representación sincrónica del destino de un individuo.
Para obtener la respuesta a una pregunta concreta, deben lanzarse seis veces tres monedas, e interpretarlas con un libro de oráculos. De la combinación que se obtiene, se crea un hexagrama hecho con líneas continuas y líneas quebradas. Existen sesenta y cuatro hexagramas posibles y cada uno de ellos se corresponde con un nombre y con un oráculo preciso, capaz de proporcionar una respuesta a la pregunta que ha sido formulada inicialmente.
Un mecanismo similar tiene lugar en los famosos tarots, en las antiguas runas celto-germánicas y en otras mancias.
Aunque no pretenden ser entendidos propiamente como una práctica adivinatoria, los procesos sincrónicos mente-materia se manifiestan también en los mandalas, figuras geométricas plenas de simetría que reflejan como un espejo el orden interno del individuo en conexión con el orden universal invisible.
Cuanto más atento estés a este extraordinario fenómeno, más cuenta de darás de la cantidad de sincronicidades que ocurren a tu alrededor, las cuales te ofrecen señales que te pueden servir de guía en asuntos importantes de tu vida. Recuerda que como se suele decir: "Las casualidades no existen... todo sucede por una razón".
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